Barómetro Q2 2021: Un mundo a dos velocidades
18 meses después del inicio de la pandemia, el acceso a la vacunación es ahora el principal factor que marca el ritmo de la vida cotidiana de las personas y de la economía mundial. Las previsiones de crecimiento del PIB para 2021 se han revisado al alza (+5,6%), pero esto se debe principalmente a las sorpresas positivas de Estados Unidos. Estas mejores perspectivas de crecimiento se reflejan en el comercio mundial: tras un descenso del 5% en volumen el año pasado, Coface prevé un aumento del 11% para 2021.
En este contexto de crecimiento del comercio internacional, los países exportadores de materias primas se benefician de una mejora de su relación de intercambio. Al mismo tiempo, la lentitud de las campañas de vacunación en los países emergentes hace improbable que se alcance la inmunidad de rebaño en los próximos doce meses. Esto sugiere que los procesos de "stop-go" persistirán y seguirán limitando la demanda interna en la mayoría de las economías emergentes.
Por último, Coface observa un aumento del riesgo político vinculado a la crisis sanitaria y a la aceleración de la inflación.
Europa y Norteamérica en 2022: hacia el final del stop-go y nuevas inversiones en infraestructuras
Las principales tendencias sanitarias se han acelerado desde que Coface publicó su último Barómetro en abril, con un proceso de vacunación que avanza más rápido en América del Norte y Europa que en el resto del mundo. La aceleración de estas campañas de vacunación, combinada con los efectos de las restricciones a la movilidad en primavera, provocó un descenso en el número de nuevas infecciones en estas zonas. Por ello, las autoridades locales pudieron reabrir partes de la economía antes del verano. Sin embargo, dos riesgos hacen incierta la continuación de esta tendencia positiva:
- La ralentización de la tasa de vacunación que, de confirmarse en los próximos meses, retrasará la consecución de la inmunidad de rebaño.
- El umbral para lograr la inmunidad de rebaño es tanto más alto cuanto que el virus se transmite rápidamente entre las personas. Sin embargo, la aparición de nuevas variantes más rápidamente transmisibles hace temer nuevas oleadas de contagio en los próximos meses
Siempre que estos dos riesgos no se materialicen, las economías europea y norteamericana deberían volver a un funcionamiento casi normal a finales del verano.
Hay que señalar pocos cambios en las previsiones de crecimiento. La revisión al alza del crecimiento mundial previsto para 2021 (+5,6%, +0,5 puntos respecto al último Barómetro Coface) se debe en gran medida a Estados Unidos (+6,5% este año), cuya economía ha seguido sorprendiendo favorablemente desde el verano pasado. Estas mejores perspectivas de crecimiento se reflejan en el comercio mundial: el modelo de Coface indica un crecimiento del 11% este año.
En el lado positivo, la puesta en marcha del plan de infraestructuras anunciado por Joe Biden beneficiará a muchos sectores de actividad si se adopta. En Europa, la liberación de los fondos de estímulo anunciada en julio de 2020 tendrá un impacto diferenciado en las economías y servirá para múltiples propósitos: apoyar la demanda, acelerar la recuperación y promover el desarrollo en los sectores de crecimiento.
Para las empresas, sin embargo, es de esperar un aumento de los costes de producción: además de una escasez persistente de determinados componentes electrónicos, también afecta a los costes de transporte, así como a los precios de las materias primas, que se prevé que sigan siendo elevados.
Economías emergentes: demanda interna limitada por el stop-go y la inflación
Desde principios de abril, la situación sanitaria sigue siendo difícil en varios países de América Latina (sobre todo en Brasil y Argentina) y en la India. También se ha observado un nuevo aumento del número de infecciones en varios países asiáticos (por ejemplo, Malasia, Tailandia, Corea y Singapur), con indicadores de movilidad de alta frecuencia que apuntan a una menor actividad económica en estas zonas. El número de personas infectadas por el virus también aumentó rápidamente en África y Rusia a principios del verano. La tendencia es más positiva en Europa Central y Oriental, Oriente Medio y Turquía.
Además del contexto sanitario, el aumento de la inflación (+8,1% interanual en Brasil, el máximo de los últimos cinco años) y el consiguiente endurecimiento de algunas políticas monetarias probablemente limitarán el alcance de la recuperación de la demanda interna. Los países cuyas materias primas representan una parte importante de las importaciones se verán penalizados por un aumento significativo de sus precios de importación. Este es el caso de China, cuyas importaciones de materias primas representan más del 30% del total de sus compras de bienes extranjeros. Si bien la inflación de los consumidores sigue contenida en China por el momento (+1,3% en un año), la fuerte subida de los precios de producción (+9% interanual, máximo en 12 años) hace prever su aceleración en los próximos meses.
Fuerte aumento del riesgo político vinculado a la aceleración de la inflación en el contexto de la crisis sanitaria
Los riesgos inflacionistas han sido noticia en los últimos meses. En este contexto, la actualización anual del Índice de Riesgo Político de Coface muestra un fuerte aumento del riesgo político en todo el mundo, y particularmente en los países emergentes. En efecto, las cifras muestran un deterioro del nivel de vida y del poder adquisitivo, así como un aumento de las desigualdades observadas tras la crisis de COVID-19. Por el momento, estas condiciones no conducen necesariamente a levantamientos populares, que siguen estando limitados por la capacidad de movilización de la población.
En 2020, el índice de riesgo social aumentó fuertemente (+5 puntos) hasta el 51% a nivel global, alcanzando el nivel más alto de la historia. A pesar de las numerosas medidas de apoyo fiscal y monetario, 140 de los 160 países evaluados vieron disminuir su PIB el año pasado. Al mismo tiempo, la tasa de desempleo ha aumentado en 145 de estos 160 países. El aumento de este riesgo es más acusado en las economías de renta alta, que tienen un nivel de riesgo inicial más bajo. Sin embargo, a pesar de esta evolución, los países con mayor nivel de riesgo social siguen siendo Yemen, Siria, Irak, Venezuela, Libia, Líbano, Sudán, Irán, Argelia y Arabia Saudí.
El índice de conflicto, segundo componente del Índice de Riesgo Político de Coface, se calcula en función del número de conflictos, su intensidad, el número de víctimas y su duración. En 2020, Azerbaiyán y Etiopía experimentaron un aumento en este índice debido a los conflictos observados en sus territorios. Les siguen los países que luchan contra el terrorismo o están en guerra civil, como la República Centroafricana, Sudán y Malí.