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14/04/2020
Riesgo País y Estudios Económicos

¿Puede China proteger su economía del impacto del COVID-19?

¿Puede China proteger su economía del impacto del COVID-19?

La actividad económica en China podría desacelerarse más rápido de lo esperado este año y no alcanzar el objetivo de crecimiento del Partido Comunista de China (PCC) del 5,6%. En los últimos meses, la economía china se ha enfrentado a múltiples vientos contrarios, como las consecuencias de la guerra comercial con los Estados Unidos, así como a factores estructurales, como la situación demográfica del país (el 15% de la población china tiene más de 65 años). En este contexto, la pandemia de COVID-19 es un choque adicional que se sumará de manera significativa a los desafíos existentes.

 

El objetivo de crecimiento del 5,6% mencionado anteriormente es un umbral clave para China y el Partido Comunista de China, que considera que este es un nivel "moderadamente próspero" de la sociedad. China define este objetivo como la duplicación de las cifras de ingresos nominales per cápita de 2010. A pesar de las circunstancias actuales, el CPC espera alcanzar este objetivo antes de su centenario en julio de 2021.

 

En esta etapa, el gobierno parece seguir confiando en cumplir los requisitos para 2020. Sin embargo, es más probable que este hito deba posponerse hasta 2021. La difusión de COVID-19 en todo el mundo, en particular en los mercados clave para China, como Europa y América del Norte (30% de sus exportaciones), arrastrará la actividad económica china este año.

 

  • Se espera un aumento de la insolvencia de las empresas, a pesar de las fuertes medidas de las autoridades para limitar la conmoción

Las autoridades chinas han tomado medidas para compensar el impacto de la pandemia en la economía. Por ejemplo, el Banco Popular de China (PBOC) se ha centrado hasta ahora en medidas bastante prudentes y específicas, como la reducción de los tipos de interés. A pesar de la mayor flexibilidad que permiten estas decisiones, China tendrá que recurrir a una agresiva relajación monetaria, así como fiscal, si quiere gestionar la estabilización de su economía.

A diferencia de 2009, hay menos margen de maniobra. En particular, las reservas de divisas no bastan para cubrir las salidas de divisas, lo que ejerce una presión a la baja sobre el yuan.

En el frente fiscal, las inversiones adicionales en infraestructura destinadas a compensar la conmoción se sumarán al endeudamiento a nivel local, lo que ejercerá presiones sobre el ya de por sí recargado sector bancario y las empresas altamente endeudadas. En este contexto, cabe esperar un aumento de la morosidad de los bonos y de la insolvencia de las empresas, acompañado de esfuerzos de reestructuración del sector bancario.

 

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