“Baja inflación” en Francia, el signo de un cambio al ritmo de crecimiento
Japón atravesó un período de 20 años de “baja inflación”: entre 1990 y 2010, con un promedio de crecimiento de +1% y una inflación de +0.3%. Con este sobrecalentamiento de la economía de los 80 seguido con su apertura, Japón sufrió la primera ola de insolvencias a principios de los 90. Muchas de sus empresas, con baja rentabilidad, altos niveles de endeudamiento y sobreproducción, sufrieron cuando los bancos ajustaron sus términos de préstamos por lo que ellos mismos se debilitaron por una inflación descontrolada, seguida de una deflación. Después de un breve respiro en 1997, un año en el cuál los precios comenzaron nuevamente a subir gracias al incremento de las tasas de IVA, este período de “baja inflación” se prolongó hasta 2010, con un nuevo pico en las insolvencias en 2001, desencadenado por una reestructura de los bancos.
Hubo un número de factores detrás de este largo período de estancamiento. En primer lugar, la consolidación del sistema bancario fue retrasándolo por mucho tiempo. En segundo lugar, la política “tasa cero” del Banco de Japón que no funcionó, la abundante oferta monetaria no tuvo un impacto positivo real en la economía. Finalmente, como el crecimiento real en la economía japonesa resultó inferior a la tasa de crecimiento potencial durante este período, la capacidad de producción inutilizada llevó a los precios hacia abajo.
Si bien el riesgo de una severa deflación es relativo, un período de “baja inflación al estilo japonés” es real
Existen numerosas razones para creer que Francia será capaz de evadir una deflación real. La relativa resiliencia de salarios es una de ellas. La fácil disponibilidad de la liquidez barata y un innovador banco central que es activo en garantizar la estabilidad financiera del mercado, son también factores que soportan los precios. Esto fue una falta dramática en los años 30, y debe facilitar a la Zona Euro a evadir la trampa deflacionaria.
Sin embargo, la probabilidad de ir a través de un período extendido de “baja inflación” y un débil crecimiento como sucedió en Japón en los años 90, se ve más probable. Ambos crecimiento e inflación han seguido de hecho una ruta hacia abajo desde 2011. Basados en los pronósticos de Coface, el crecimiento del PIB es poco probable que exceda al 0.4% en 2014 y 0.8% en 2015, niveles que son significativamente por debajo del nivel de 2011 (2.1%). Similarmente, los precios al consumidor se han incrementado sólo en 0.5% en un año (al final de Octubre de 2014) y la inflación correrá a un promedio de 0.7% en 2015, comparado con el 2.3% en 2011. El riesgo sin embargo necesita ser posicionado en su contexto actual. El sector bancario francés de hoy, es mucho más saludable que el de los bancos japoneses en los años 90. Y la escala de los excesos del sector inmobiliario francés está muy por debajo al del sector en Japón en aquel tiempo.
¿Cuáles son los riesgos y oportunidades para las compañías francesas?
Como en Japón en los años 90, la “baja inflación” en Francia es una consecuencia indirecta de la crisis.
Este simultaneo declive en crecimiento y en inflación es principalmente el resultado de una débil demanda, algo que es un suceso normal en periodos posteriores a una o varias crisis. La existencia de una sobreproducción (la tasa de utilización de la capacidad de producción está aún por debajo de su promedio anterior a la crisis) significa que muchos de los sectores industriales está especialmente vulnerables a cualquier reducción en inflación. En esta situación las compañías tienden a preferir a aumentar su liquidez y reducir la deuda en lugar de invertir, lo cual es contraproducente para sus expectativas de crecimiento a mediano plazo.
Sin embargo en el corto plazo, la “baja inflación” tiene ciertos beneficios para la economía francesa. Primero, impulsa el poder adquisitivo y por lo tanto al consumo, el cual es todavía la clave para fortalecer el crecimiento económico. En lo que respecta a las compañías, el resultado es términos financieros favorables gracias a la baja de tasa de interés, la reducción en costos de producción resultado específicamente de la baja de los precios del petróleo que tiene un impacto positivo en sus márgenes. Naturalmente, los principales beneficiados del reciente colapso mundial de los precios del petróleo, han sido los sectores químicos y de transporte.
Más allá de estos efectos a corto plazo, un período prolongado de “baja inflación” es una señal de un cambio en el ritmo del crecimiento, inflación más baja, pero también es más favorable en términos financieros y un incremento más bajo en los costos de producción para las compañías. 2014 lo ha confirmado: Si el crecimiento del PIB en exceso a 1.6% ha sido históricamente necesario para que haya una baja en el número de insolvencias en las compañías en Francia, este número se ha estabilizado (una pequeña caída de -1.2% es todavía esperada para 2014 en su conjunto comparada con 2013), a pesar del crecimiento del PIB de sólo 0.4%.